NO LIMITS - NO LIFE
Ligero, leve. Intrascendente. Flotas libre de toda atadura y referencia. Disfrutas de la deliciosa ilusión de ser absoluta e irremediablemente libre. Impones tu voluntad, soberana, y devoras implacable un horizonte tras otro. Insistes, cada vez más veloz, al no llegar a nada ni a ningún lugar. No te encuentras, desconectado de tu origen. La desorientación comienza a despertar una insidiosa sensación de ansiedad ante la ausencia de destino y sentido. La idea de que todo ese camino recorrido es una fútil quimera desprovista de significado se extiende, poco a poco, a la irrelevancia de tu propio ser. Entonces, vencido por tanta nada, te rindes.
Tenso, resignado. Recuperas el aliento recostado en un recodo del interminable pasillo sin desvíos. Sabes que necesitarás toda la energía que logres juntar para volver a huir. Sabes que nunca escaparás por completo. No sabes cuándo volverá a por ti, ni qué causará que centre su ira en tu agotada figura. Sin otra opción, sigues corriendo por el eterno circuito todas y cada una de las malditas veces que le oyes acercarse. Como ahora. No lloras porque ya no puedes, pero sí te endureces hasta volverte quebradizo. Avanzas, no por llegar, por alejarte.
Tranquilo, seguro. Observas curioso la bifurcación que plantea ahora tu camino. Exento de presiones, disfrutas del placer de considerar tus opciones. Habituado, ponderas rápido qué ramal se presenta afín a tus necesidades y valores. A salvo dentro de los bordes protectores que marcan libertad maridada con viabilidad, continúas siguiendo la dirección de tu elección. Disfrutas del trayecto y eres optimista en relación a tu meta
Tres escenarios distintos, tres maneras distintas de lidiar con los límites familiares o en el aula. El primero para sufrir su ausencia, el segundo para imponerlos en régimen autoritario y el tercero para gestionarlos democráticamente. Lo natural, por cierto, es bailar entre uno y otro en un círculo vicioso de agotamiento que desconcierta por completo a cualquiera que lo viva.
Si te atreves a probar el último escenario, la teoría es simple:
Los límites se negocian, no se imponen. Cuando se implementan entre todos los implicados, estamos más predispuestos a seguirlos.
Los límites se establecen antes, no sobre la marcha.
Deben ser adaptables (se pueden cambiar estando todos juntos si no funcionan) y firmes (deben cumplirse hasta la siguiente reunión) al mismo tiempo.
Las consecuencias derivadas del incumplimiento no deben tener carácter punitivo y deben estar relacionadas con el límite. El objetivo siempre será buscar soluciones, simplemente se experimentará el resultado de nuestras acciones (si no te pones el abrigo, experimentarás frío; si no preparas un examen, tendrás que aceptar esa nota).
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Por Carlos A. Bustos